martes, 5 de marzo de 2013

El Reino del Preste Juan


El Reino del Preste Juan era un reino mítico presente en el imaginario de la Edad Media. Imbuidos por las fabulosas historias que venían de Oriente, los occidentales creyeron firmemente en la existencia de este reino, una nación cristiana aislada entre paganos e infieles en el más Lejano Oriente. Su gobernante, un presbítero (o preste) llamado Juan que había sido coronado rey al mismo tiempo. Este Preste Juan era objeto de la fantasía medieval, y se decía de él que era un monarca generoso y benevolente que reinaba sobre un país rico y lleno de las más grandes maravillas del orbe, como un espejo fantástico desde donde podía ver todas sus provincias. Los más maravillosos objetos estaban en aquel lugar que resistía como un baluarte de la Cristiandad rodeado de los más acérrimos enemigos. En él, además, se decía que residía el legendario Patriarcado de Santo Tomás, el incrédulo apóstol del Salvador que según la tradición habría ido a predicar a tierras de la India.

Este Preste Juan es objeto de las más atrevidas controversias sobre su origen. Algunos autores aseguraban que era descendiente de los Reyes Magos. Otros se atrevían a aventurar que era el mismísimo apóstol Juan, que inmortal, seguía residiendo en la Tierra como rey y señor de los cristianos del Oriente. Este extracto de las Sagradas Escrituras daba pie a las más fantásticas especulaciones en torno a Juan:

Pedro miró atrás y vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el que en la cena se había inclinado sobre su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?». Al verlo, Pedro preguntó a Jesús: «¿Y qué va a ser de éste?». Jesús le contestó: «Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, ¿a ti qué te importa? Tú sígueme.». Por esta razón corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no iba a morir. Pero Jesús no dijo que no iba a morir, sino simplemente: «Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, ¿a ti qué te importa?». Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito aquí, y nosotros sabemos que dice la verdad. (Juan 21, 20-24)
En su avance descubridor bordeando África, los portugueses llegaron a la Etiopía cristiana, cuyo Rey identificaron con el Preste Juan.


El legendario Reino marcó la Historia europea, pues para la concepción de la época era una evidencia real su existencia, más que puro mito o leyenda. El Reino del Preste Juan fue buscado a lo largo de la Edad Media. Según la leyenda, sir Perceval, caballero del Rey Arturo, había llevado el Santo Grial al Reino del Preste Juan, donde este se encontraba, junto a otras de las sagradas reliquias del cristianismo.

En la era de las Cruzadas, la búsqueda del Reino del Preste Juan adquirió un carácter político. Jerusalén había sido tomada en 1099 por las fuerzas cristianas, y Tierra Santa se encontraba en manos de la Cristiandad. El débil reino de Jerusalén se encontraba rodeado por el Islam, por lo que su existencia era complicada. También requería ayuda el emperador de Constantinopla, pues su Imperio también se encontraba asediado por el Islam. En esta situación, los poderes cristianos occidentales buscaron una alianza estratégica con el Reino del Preste Juan, conscientes de que los intereses de la lejana nación cristiana les harían amigos de esta.

La leyenda se afianzó a raíz de los rumores de que el Papa de Roma y el Emperador de Constantinopla habían recibido mensajes de una figura misteriosa, considerada el Preste Juan, que les hablaba de la grandeza, riqueza e inmensidad de su reino. Inmediatamente se prepararon misivas y embajadores, que fueron enviados desde Roma y Constantinopla a Oriente para dar con el Reino. Estas misivas no recibieron respuesta y los embajadores volvieron sin éxito. La leyenda llegó a tal punto que en su viaje a la India, Vasco de Gama llevaba cartas del Rey Manuel I de Portugal destinadas al Preste Juan con objeto de establecer una alianza política y comercial con este.

En cuanto a su ubicación, el Reino del Preste Juan se ubicaba según la visión europea en Asia central. Otros defendían su ubicación en la India, habida cuenta de la inexacta percepción que el occidental tenía de la India, un vago concepto que abarcaba tierras más allá de la península a la que hoy denominamos como tal. Se hablaba de las Tres Indias de las que una podía ser Etiopía. Esto hará que los portugueses crean que han encontrado el mítico reino con su legendario rey en Abisinia, el Negus de los etíopes, al que llamarán “Preste Juan”, pese a que este jamás había recibido dicho título ni ningún monarca había llevado este nombre. El mejor conocimiento del orbe a raíz de la Era de los Descubrimientos y los estudios posteriores desecharán al fin esta idea del imaginario europeo. El Reino del Preste Juan será borrado de los mapas, tras afirmar el orientalista alemán Leutholf en el XVII que no existía ninguna conexión entre el Preste Juan y los reyes etíopes por lo que la leyenda era falsa y carente de sentido.



Sea como fuere, el Reino del Preste Juan fue todo un símbolo poco conocido de la Edad Media. Representaba la universalidad de la Iglesia y de la Fe cristiana en una era de conocimientos imprecisos, confusión geográfica y choques entre culturas para un Occidente medieval necesitado. A lo largo del Medievo, estimuló a viajeros, comerciantes y misioneros que se lanzaron a tierras inhóspitas en busca de leyendas. Estos hombres representan el anhelo de la Humanidad, que en toda época y lugar, sigue buscando su Reino del Preste Juan.
                                                                                

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